Tren del Norte: Nuevo impulso ferroviario en México — ¿Oportunidad o reto para el autotransporte de carga?


 

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El gobierno federal dio el banderazo de inicio a la construcción del Tren del Norte, un ambicioso proyecto ferroviario que conectará Saltillo, Coahuila, con Nuevo Laredo, Tamaulipas, a lo largo de 396 kilómetros, como parte de una ruta mayor de 1,200 km que unirá la Ciudad de México con la frontera norte[1][2]. La ceremonia, encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum y autoridades estatales, marca el arranque de una obra largamente esperada, con la promesa de transformar la movilidad y la logística en el noreste del país.

Hechos esenciales y antecedentes

El proyecto, anunciado oficialmente el 9 de septiembre de 2025, contempla la construcción inicial de un tramo de 100 kilómetros entre Unión San Javier (Salinas Victoria, Nuevo León) y Arroyo El Sauz, como parte de la ruta Saltillo-Nuevo Laredo[1][2]. El tren contará con vías dedicadas, permitiendo velocidades de hasta 200 km/h y estaciones principales y secundarias, lo que facilitará tanto el transporte de pasajeros como, potencialmente, el de carga[1][4].

La obra es parte de una estrategia nacional para revitalizar el sistema ferroviario mexicano, que en las últimas décadas ha estado dominado por el autotransporte de carga. El objetivo es ofrecer una alternativa eficiente y sustentable para la movilidad de personas y mercancías, fortaleciendo la conectividad entre regiones clave para la economía nacional y el comercio internacional[1][3].

Desarrollo y contexto adicional

El Tren del Norte no solo busca mejorar la movilidad de los habitantes de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, sino que también tiene implicaciones directas para el sector logístico y el autotransporte de carga. La región noreste es un corredor estratégico para el comercio entre México y Estados Unidos, especialmente a través del puerto fronterizo de Nuevo Laredo, el más importante para el intercambio comercial terrestre entre ambos países.

Según datos oficiales, se espera que el tren beneficie a más de 7 millones de pasajeros anuales[2]. Sin embargo, el impacto más relevante podría darse en el ámbito del transporte de mercancías. La infraestructura ferroviaria permitirá el traslado eficiente de productos industriales, agrícolas y manufacturados, lo que podría reducir la saturación de las carreteras y mejorar la seguridad vial, un tema crítico para el autotransporte de carga[1][3].

El inicio de la obra incluye trabajos de mitigación ambiental, construcción de viaductos, pasos vehiculares y estructuras especiales, así como la superestructura de la vía, lo que anticipa un desarrollo tecnológico y logístico de alto nivel[3]. Además, la integración de estaciones intermodales facilitará la transferencia de carga entre trenes y camiones, promoviendo un modelo de transporte multimodal que podría optimizar los tiempos y costos logísticos para las empresas del sector[3][4].

Impactos y perspectivas para el autotransporte de carga

La entrada en operación del Tren del Norte representa tanto una oportunidad como un reto para el autotransporte de carga. Por un lado, la nueva infraestructura podría aliviar la presión sobre las carreteras, reducir los tiempos de traslado y ofrecer una alternativa más sustentable para el movimiento de grandes volúmenes de mercancías. Esto es especialmente relevante en un contexto donde el autotransporte enfrenta desafíos como la inseguridad, el aumento de costos operativos y la saturación de rutas clave[1][3].

Por otro lado, la competencia directa del ferrocarril podría obligar a las empresas de autotransporte a innovar y mejorar sus servicios, apostando por la eficiencia, la tecnología y la integración con otros modos de transporte. La tendencia global apunta hacia la colaboración entre modos, donde el tren se encarga de los trayectos largos y el camión de la última milla, lo que podría traducirse en una mayor especialización y profesionalización del sector logístico mexicano[3][4].

Expertos consultados en medios especializados señalan que la clave estará en la interoperabilidad y la capacidad de adaptación de las empresas de autotransporte. La experiencia internacional muestra que la coexistencia de tren y camión puede ser beneficiosa si se establecen mecanismos claros de colaboración y se invierte en infraestructura intermodal[3].

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